cocina de gas

¿Las estufas de gas son tóxicas?

Por Jeremy MacMahon, Chelsea Unkel y Pamela J. Lein

La cocina de gas es una de las principales fuentes de contaminación del aire en los hogares. Los científicos ya están de acuerdo en que la contaminación del aire dentro del hogar puede aumentar el riesgo de numerosas enfermedades no transmisibles, incluidos los accidentes cerebrovasculares, la cardiopatía isquémica, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y el cáncer de pulmón.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que, en 2019, la contaminación del aire en los hogares representó la pérdida de 86 millones de años de vida saludable y que, anualmente, 3,2 millones de muertes pueden atribuirse a los contaminantes del aire en el entorno doméstico. Una fuente importante de contaminación del aire en el hogar, solo superada por el tabaquismo, es cocinar.

Cómo cocinar afecta tu salud

Los impactos adversos que tiene en la salud el cocinar fueron primero identificados en viviendas donde se usaban fuegos abiertos o estufas ineficientes alimentadas con queroseno, biomasa (madera, desechos de cultivos o estiércol animal) o carbón para cocinar alimentos. La combustión incompleta de estos combustibles para cocinar genera gases tóxicos y pequeñas partículas (conocidas como partículas o PM) que penetran profundamente en los pulmones y pueden ingresar al torrente sanguíneo. Una ventilación poco adecuada puede aumentar estos contaminantes más de 100 veces por encima del nivel considerado seguro.

Estos primeros estudios, que se realizaron sobre todo en países de ingresos bajos y medios, llevaron a los científicos a investigar si los combustibles para cocinar utilizados en países de ingresos altos contribuyen de manera similar a la contaminación del aire en los hogares.

Estudios posteriores encontraron que las estufas de gas, que queman gas natural, generan muchos de los mismos contaminantes que se liberan cuando se quema de queroseno, biomasa y carbón, incluidos dióxido de nitrógeno (NO2), formaldehído e hidrocarburos policíclicos (HAP). Las estufas de gas también generan una peligrosa contaminación del aire a través de la fuga de gas natural sin quemar, que contiene benceno, un carcinógeno conocido.

Dióxido de nitrógeno

De mayor preocupación para la salud humana es el NO2. Estudios recientes de apartamentos en la ciudad de Nueva York y Washington, D.C. encontraron que cocinar en estufas de gas aumentó el NO2 en el aire de la cocina a 200-400 partes por mil millones (ppb), más del doble del nivel identificado como seguro por la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. (USEPA) durante una hora de exposición.

Un metaanálisis de 1992 realizado por científicos de la USEPA y la Universidad de Duke concluyó que la exposición al NO2, a niveles comparables a los generados al cocinar en una estufa de gas aumentaba en un 20% las probabilidades de que los niños desarrollaran una enfermedad respiratoria. Se informó de hallazgos similares en numerosos estudios posteriores de los EE. UU., Canadá, Europa y Asia, incluido un estudio reciente revisado por pares de 2022 que concluyó que el 12,7 % de los casos de asma infantil de EE. UU. podría atribuirse al uso de estufas de gas.

Los riesgos del NO2 para la salud no se limitan a los niños: los adultos expuestos crónicamente al NO2 de las estufas de gas también tienen un riesgo significativamente mayor de contraer una enfermedad pulmonar crónica y mortal. La cocción con gas también crea partículas finas, con un diámetro de 2,5 micras o menos (PM2,5), y partículas ultrafinas (UFPM), con un diámetro de 0,1 micras o menos. Las PM2.5 y UFPM son irritantes conocidos que no solo causan o agudizan problemas respiratorios, sino que se relacionan también con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, disfunción inmunológica y trastornos neurológicos.

¿Y la estufa eléctrica?

Curiosamente, la cocina eléctrica también puede generar una cantidad significativa de partículas finas (PM2.5) y partículas ultrafinas (UFPM), como se demuestra en un estudio reciente encargado por la Junta de Recursos del Aire (ARB) de la Agencia de Protección Ambiental de California. En este estudio, los investigadores midieron las PM generadas por diferentes actividades de cocina en cocinas a gas y eléctricas en hogares del norte de California y descubrieron que cocinar al vapor o hervir alimentos producía significativamente menos PM que freír y otros métodos utilizados para cocinar aceites o grasas a altas temperaturas. Freír alimentos en estufas eléctricas en realidad produjo niveles más altos de PM que en una estufa de gas. Pero, con gran diferencia, los niveles más altos de PM se produjeron durante el ciclo de autolimpieza de los hornos a gas y eléctricos. En particular, varias de estas actividades de cocina produjeron niveles de partículas en la cocina y otras habitaciones de la casa que excedieron los niveles de referencia de calidad del aire interior de la ARB y los estándares de calidad del aire ambiental. Las estufas de gas contribuyen al cambio climático

Las estufas de gas también contribuyen al cambio climático al liberar al aire dos gases predominantes en el efecto invernadero: dióxido de carbono, que se genera por la combustión del gas natural, y metano, que está presente en el gas natural sin quemar que se escapa de las estufas de gas. Estos gases se acumulan en la atmósfera, atrapando el calor y contribuyendo al cambio climático. Un estudio de 2022 realizado por Eric Lebel en la Universidad de Stanford estimó que las fugas de metano de las estufas de gas, que no son directamente dañinas para la salud humana, podrían tener tanto impacto en el clima como medio millón de automóviles.

Cómo reducir los peligros de la cocina

Entonces, ¿cómo podemos mitigar los peligros asociados con la cocina? La estrategia más efectiva para disminuir la contaminación del aire en el hogar es reemplazar las estufas de gas por estufas eléctricas de inducción. Sin embargo, esto no siempre es viable, particularmente para las personas económicamente desfavorecidas o aquellos que alquilan con opciones limitadas para cambiar los electrodomésticos. En estos casos, aumentar la ventilación de la cocina es el enfoque más efectivo para reducir el riesgo personal de las estufas de gas.

El método óptimo es usar una campana extractora que ventile hacia el exterior y hacerla funcionar a máxima potencia, comenzando antes de cocinar y mantenerla en funcionamiento durante 15 minutos después de cocinar. Aunque está documentado que el uso de campanas en estas condiciones reduce significativamente los niveles de contaminantes del aire generados durante la cocción, en promedio, los cocineros domésticos usan la ventilación solo del 24 al 40 % del tiempo mientras cocinan.

Si una campana no es una opción, abrir ventanas y/o puertas exteriores para mejorar el flujo de aire a través de la cocina puede reducir significativamente la contaminación del aire interior.

Otras formas de protegerse:

  • Asegúrate de que las estufas de gas se limpien y ajusten anualmente para reducir las fugas de monóxido de carbono.
  • Mejora la eficiencia de la campana, cocinando en los quemadores traseros. Evita sobrecalentar los alimentos y derramar alimentos sobre los quemadores, y limpia los derrames y salpicaduras antes de volver a usarlos.
  • Usa un horno de microondas, una freidora, una olla instantánea, un hervidor eléctrico o un calentador de agua caliente en lugar de una estufa de gas o eléctrica. Limpia las estufas manualmente en lugar de utilizar los ciclos de autolimpieza.

La visión de nuestros hogares como santuarios contra los peligros del mundo exterior debe ajustarse para mitigar los riesgos para la salud asociados con una actividad interior sobre la que tenemos un control personal significativo: cómo preparamos nuestra comida.

Fuentes de información:

- Biblioteca Nacional de Medicina (NIH). Methane and NO x Emissions from Natural Gas Stoves, Cooktops, and Ovens in Residential Homes (https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/35081712/). 22 de febrero.

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